martes, 2 de junio de 2015

Los vándalos de siempre


Los vándalos de siempre
Carlos F. Reyes

 

         La semana pasada, hemos visto, una vez más, cómo los grupos de desalmados que actúan en las sombras para robar y destruir a su paso los bienes públicos que nos pertenecen a todos los chilenos, salieron a cometer sus fechorías. Como es habitual, actúan de manera impune, amparados por la complicidad de las fuerzas del orden.

         Afortunadamente estos grupos de malhechores están quedando al descubierto gracias a la tenaz investigación de algunos periodistas y del Ministerio Público quienes, a pesar de los obstáculos y presiones de Palacio, han ido desenmascarando a estos sinvergüenzas.

         Son ejecutivos de cuello y corbata que pertenecen al Grupo Angelini, al Grupo Cruzat, al Grupo Soquimich, al Grupo de Aguas Andinas, al Grupo Moneda Asset Management, al Grupo Corpesca y tantos otros que, de manera sistemática, han saqueado los bienes pertenecientes al Estado, han defraudado al Fisco, han comprado la conciencia de numerosos parlamentarios y partidos políticos con sus triangulaciones de dinero. Han usado información privilegiada, cometido fraudes, ofrecido sobornos, impulsado arreglines, iniciado campañas antes de tiempo.

         Los antecedentes que cada día salen a la luz pública indican que no son hechos aislados. Esta casta de mafiosos viene actuando desde hace muchos años, aprovechándose, en muchos casos, de la buena fe de la gente, como ocurrió en el caso La Polar con la repactación unilateral de las deudas, en la colusión de las farmacias y en el caso de las empresas productoras de pollos.

         Entre tanto, los estudiantes que salen a la calle, una vez más, desde hace10 años, para protestar ante una educación que ha sido abandonada por el Estado a las leyes del mercado, para exigir una educación gratuita, de calidad, democrática y sin lucro, reciben a cambio promesas incumplidas, ofrecimientos hipócritas de participación, cuando no balas, chorros cobardes lanzados a mansalva por el carro lanza-agua, maltrato, palos, el ataque con gases lacrimógenos y, además, los golpes de los medios que se afanan en desprestigiar el movimiento social mediante imágenes repetidas hasta la saciedad.

En uno de esos videos profusamente difundidos, se muestra a un grupo de jóvenes que arranca un semáforo de la calle. Un semáforo. ¿Cuál es el costo de este dispositivo?, ¿Un millón de pesos? Tal vez. El perdonazo del SII a la empresa Johnson’s, otorgado por el actual director de dicha entidad, fue de U$125 millones (ciento veinticinco millones de dólares que todos los chilenos dejamos de percibir). Dicho monto equivale a $70.000.000.000 aproximadamente. En otras palabras, el daño correspondió a la destrucción de más de 70 millones de semáforos. ¿Cuándo los carabineros les van a arrojar un chorrazo de agua?, ¿cuándo van a lanzar gases lacrimógenos en sus oficinas de sanhatan?

Los actos vandálicos de estos grupos empresariales, nacionales y extranjeros, han impedido que el Estado disponga de recursos suficientes como para terminar de edificar los hospitales cuyas obras están paralizadas; han imposibilitado construir escuelas, puentes, caminos, represas, consultorios, aeropuertos en las zonas más aisladas; han impedido la entrega de pensiones dignas, medicamentos, sueldos adecuados a los profesores.  El saqueo de estos grupos vandálicos al Estado chileno se inició durante la dictadura -mientras la Derecha Gobernante vendía, la Derecha Económica compraba a precio de huevo- se intensifica bajo los gobiernos de la Concertación y se mantiene bajo la Nueva Mayoría.

Y mientras los Grupos desenmascarados de las Isapres, de las AFP, de los bancos, de las empresas del retail, de las Aseguradoras, de las mineras, de las pesqueras, de las forestales, del Transantiago aumentan sus escandalosas ganancias a costa del esfuerzo de los ciudadanos, La Moneda guarda silencio. Es lo que sabe hacer. Un silencio embarazoso, por cierto. Cómo no sonrojarse al tratar de sostener que no se sabía del préstamo de 6.500 millones de pesos al primogénito de la Mandataria.

Los vándalos de siempre, otorgaron más de $300 millones a la Fundación Libertad y Desarrollo, a la Fundación Chile 21 y a la Fundación Jaime Guzmán para así mantener controlados los hilos de las decisiones políticas.

El pillaje de estos grupos facinerosos les permitió apoderarse de dos tercios de las empresas estatales del cobre, de la biomasa marina, que pasó a manos de siete familias, de los consorcios periodísticos y de algunos canales de televisión. Son estos medios, precisamente, los que tienden cortinas para ocultar la maciza manifestación de 150.000 estudiantes en las calles; los que levantan muros para que los chilenos no se enteren de la corrupción generalizada. Son estos medios los que organizan programas especiales para analizar la situación política de Venezuela, pero que guardan silencio durante la visita de Li Kegiang, Primer Ministro de China, país en donde se reprime de manera violenta cualquier manifestación.

Son estos los vándalos que ejercen a diario la violencia contra la ciudadanía elevando los copagos de las Isapres, subiendo el 20% de las cuentas de electricidad, haciendo pingües negocios con las cuentas telefónicas, enriqueciéndose con la venta de las conexiones a Internet, las más altas de Sudamérica.

Estos son los vándalos. Los que distraen la atención de las dueñas de casa y los oficinistas con noticias relacionadas con el escote de la Bolocco, la aparición de unos ovnis o el cambio de sexo del padrastro de las Kardashian.

Estos son los verdaderos vándalos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

La verdadera violencia responde a los miles de abusos que se cometen cada minuto en contra del pueblo, la clase anestesiada que vive pensando en teleseries, eventos faranduleros, etc. El día que este pueblo, mi pueblo, comprenda su lugar en el engranaje social, se empodere en serio, asuma su condición de clase, recién podremos ver quienes son realemnte los violentistas...

Unknown dijo...

La verdadera violencia responde a los miles de abusos que se cometen cada minuto en contra del pueblo, la clase anestesiada que vive pensando en teleseries, eventos faranduleros, etc. El día que este pueblo, mi pueblo, comprenda su lugar en el engranaje social, se empodere en serio, asuma su condición de clase, recién podremos ver quienes son realemnte los violentistas...